Si se dice que los tontos tienen suerte es fácil entender porqué ‘Pepiño’ Blanco ha sido absuelto (‘asuelto’ diría él) en el caso Campeón. Yo creo, sinceramente, que no hay nadie con tanta suerte en el espectro político actual como este personaje. Un tío que empezó a estudiar Derecho y que solamente aprobó dos asignaturas de primero, es decir, no acabó la carrera, llegue a ministro de Fomento; el ministerio que más dinero invierte dirigido por alguien al que su coeficiente intelectual no le llega siquiera para aprobar primero de carrera, un analfabeto para el cargo que desempeñaba y que le tocó la lotería el día que se afilió a las tropas sociatas y fue trepando hasta llegar donde llegó. Viendo este ejemplo uno se pregunta para qué sirve estudiar; con quince años ya está el futuro asegurado si te afilias a un partido político de primera fila y te conviertes en un trepa.
Pues sí, como decía antes, el ínclito Pepiño es inocente. Los hechos son los siguientes: en diciembre de 2010, un empresario amigo de Blanco, José Antonio Orozco, le pidió al entonces ministro de Fomento que influyera ante el alcalde de Sant Boi, Jaume Bosch, del PSC, para conseguir que le concedieran una licencia para construir una nave, ya que anteriormente a este empresario le habían denegado el permiso.
En ese momento, Pepiño puso en marcha la maquinaria y movió los hilos necesarios para que el alcalde se reuniera con el empresario y, de paso, subsanara unos errores en el expediente que anteriormente había sido desfavorable a su amigo.
Resumiendo… el alcalde acabó reuniéndose con este empresario amigo de Pepiño y acabaron concediéndole la licencia de construcción.
La sentencia del caso dice, entre otras cosas, que “mediar para convenir una entrevista entre un alcalde y un particular que actúa en interés propio de una empresa, sin sugerir no ofrecer una alteración de la resolución, no cubre la tipicidad del delito de tráfico de influencias” y que “la causalidad entre la gestión de la entrevista y la modificación” que se obró después en los informes municipales para la concesión de la licencia “carece de soporte probatorio”. Es decir, que no se puede probar que todo un ministro haga saber a un alcalde de su partido que quiere que éste se reúna con un amigo suyo, por segunda vez, para ver si le podrían conceder una licencia para construir unas naves industriales, ya que la primera vez se la denegaron.
A principios de mes me pusieron una multa por hablar con el móvil mientras conducía. Me planteé recurrir y decir que el policía no me vio, que yo iba con el brazo apoyado o rascándome la oreja, incluso decir que no tengo móvil… quién sabe, tal y como está la justicia en este país a lo mejor cuela… ¿no ha colado lo de Pepiño, lo de la infanta o lo de Mato, por poner algunos ejemplos? Cosas veredes, amigo Sancho.